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29 de enero de 2009

El encantador de perros

Decidido a saber más cosas de ese extraño tipejo que asoma su fez por el canal Cuatro, me he informado un poco sobre él, y he llegado a la curiosa, pero muy reveladora conclusión, de que este hombre, Cesar, es querido y odiado por igual. Lo interesante de esto es que demuestra que alguien del que se tiene tantas y tan dispares opiniones es alguien que crea contraste o que innova en su manera de proceder.
Hay un gran público que sigue el programa, y no es de extrañar, porqué los resultados son increíbles, pero ese público olvida que también se trata de un medio que muy frecuentemente recurre a la mentira como método de trabajo estándar.
Los criadores, en cambio, le recriminan su utilización excesiva de la técnica del macho alfa y de métodos ya anticuados, pero, ¿acaso ellos consiguen lo que él, y esto es, un gran reconocimiento?
Yo creo que el domador de perros es como pocholo en su momento, una celebridad a la cúal aplaudir o despreciar, y de la que incluso se pueden aprender cosas, tu decides.
En cuanto a la experiéncia perruna, yo tengo un perro, y he de comentar que el uso de la técnica del macho alfa es de las más efectivas que he usado, y la que más me gusta.
Como yo lo entiendo se trata de que el animal te reconozca a tí como a su guia, y para ello no debe faltarte al respeto y obedecerte, pero eso también es aplicable a él. Si el perro ve que te faltas al respeto a ti mismo, o que tienes una actitud débil, irá a por tí, creeme, y bajo un inocente juego se esconderá, sin duda, el medirte de hasta donde eres capaz de llegar e imponerte.
Todos los lobos empiezan a matar como si de un juego se tratara...

5 de mayo de 2008

RUFO

No podríamos hablar de los perros de la Floresta sin hacer referencia a Rufo, cánido ejemplar y sin par en su descastada raza, que con sus grandes y afilados dientes y risueña sonrisa nos acompañará allá dónde necesitáramos un mordisco repleto de viscosas (y vistosas) mucosidades.Diría que no es de raza, aunque la verdad, me la trae al pairo. Aborrezco esa costumbre que tienen los dueños de perros de hablar de las cualidades de esta u otra raza:
ME PREGUNTAN -¿De que raza es tu perro?
RESPONDO - ¿Mi perro? Pues no lo sé.
ME CONTESTAN - Ah...
¿Las personas que "saben" de perros y razas, que hacen con ese conocimiento?¿Compran cromos de Panini y tratan de jugar a adivinar razas en su tiempo libre? O escriben libros que empiezan así: "Adolfo llegó con Lassie a casa, cansado y magullado. Nadie podía esperar que un border collie de sus dimensiones y características pudiese aguantar tanto tiempo bajo un Sol tan hiriente. Su pelaje, por lo común largo, acrinado, y de una tonalidad que iba desde el color fuego hasta el blanco más limpio, no le debía ayudar a soportar los rigores del verano; en cambio, su estilizada y esbelta figura de corredor nato le permitía arrancar a volar por encima de los prados silvestres cúal alondra al viento" ¿¿??Puede que el desinterés por un tema en concreto, y la consecuente falta de conocimiento sobre este tema, revista de una total inutilidad o falta de atractivo que para nosotros se convierte en el hastío más hondo de todos, en el hundirse en la laguna del aburrimiento más grande de todas.Pasada esta cavilación sin ton ni son, debería apuntaros que, volviwndo al tema principal, Rufo es un perro que no sólo persigue a carteros o personas, sinó que los jabalíes también sienten su aliento cerca, en la nuca.Cuídate de esas noches tormentosas en las que vuelves a casa y todo esta a oscuras, nunca sabes que perro puede estar detrás tuyo acechándote, y el pensar en qué raza puede ser te puede desprender de unos segundos de tiempo preciosos para una huida sin fin...

23 de enero de 2007

Clases de perros

El capítulo de hoy está dedicado a los perros, esos seres peludos y ladradores, unas veces tiernos, otras cabrones.
Hoy me ha mordido una perra. Tres veces. Sin sangre, es verdad, pero mis zapatos tampoco se lo merecían. El dueño era un hippie. En la Floresta los hay a miles. De hecho veo más hippies por ahí que gente normal y corriente.
Le digo riendo (es divertido reírse de las desgracias de uno mismo).
-¡Oye! ¡Este perro negro es un poco cabrón eh!
-¡Ya! ¡Es una hija de puta!
Y se ha llevado a sus perros (tres) gritándoles y vociferándoles improperios.
He seguido repartiendo como si nada, y me he dicho a mi mismo que hoy escribiría sobre los perros.
Como el tema es un poco extenso hoy hablaré de los que se comportan de una forma poco civilizada, que es más divertido. El lado oscuro es más atrayente, ¿no?
Para empezar hemos de distinguir dos tipos de perro fundamentales: los perros y los perros patada. Un perro puede ir desde un dogo de esos que miden cinco metros de altura, hasta un perro de mediana estatura, como un perro ovejero. Un perro patada es un ser que mide un palmo de altura y tres de largo, y suelen ser los más ladradores, porqué claro está, el mundo que ven es enorme a proporción suya, y como se pasan el día cagados de miedo su táctica es enfrentarse al mundo antes de que él se lo coma a ellos. Divertido y patético. Hay que añadir que la gente que tiene perros patada no suele poseer un solo ejemplar, sino dos o tres, así hacen más ruido juntos y la gente se achanta más. Mi amigo Snoopy tenía cuatro perros patada, pero ahora se le murió uno.
Descansa en paz, Bolita, ahora tienes el infinito para correr por el mundo.
Siento haber olvidado esto, pero dentro de los perros patada hay también un subgrupo al que podemos denominar perro-rata o perro de mierda, porque son tan pequeños que hasta un hámster le puede tumbar. Me refiero a los chihuahuas y demás.
Princesita tiene uno, se llama Bond, como James Bond, y a mi me encanta llamarlo pichilla, pero en verdad debería llamarle trabuco, porque tiene tela el asunto. Creo firmemente que el animal morirá debido a que su espalda se crujirá por el excesivo peso que tiene que soportar.
¡Un saludo desde aquí, Bond! ¡Sigue así campeón! Él sí que sabe de mujeres.
Prosigamos, por favor.
Perros normales. La peor raza es el Collie, que si no me equivoco es el Lassie de toda la vida. Los cabrones son muy bonitos, es cierto, pero tienen un morro tan fino y alargado que les cabe por cualquier hueco. En lugar de Collies les podríamos llamar comededos, que es lo mismo, vaya.
Ahora hablaremos de perros en concreto.
En la calle estrecho de messina número siete hay un buzón, pero nunca he metido ninguna carta, y no por falta de ellas o porque yo sea un vago, sino porque hay una especie de sensor de movimiento que al activarse provoca que una mandíbula salte a por todo lo que se dirija hacia el buzón. Los que viven allí ya saben que las cartas se las van a encontrar en el suelo, porque estoy cansado de esquivar mordiscos injustificados.
En el número seis del pasaje margarit hay un huskie (¿se escribe así?) precioso. Pero basta que meta la mano por otra parte que no sea el buzón para que me quede sin ella. Me tiene ganas, el jodido; hasta me mira con una mirada desafiante de:¡Eh! ¡Tu y yo a las seis en la calle!
Hay más, pero terminaré con el mejor de todos, el que vive en el número setenta-setenta y dos de la avenida vallvidrera.
Ese perro es chungo, tiene asuntos pendientes con la justicia por atacar a personas y todo, ya que normalmente anda suelto y campa a sus anchas.
Él siempre está en el garaje de su casa, y cuando alguien pasa sale corriendo ladrando y mordisqueando.
Pero tiene truco.
Hay que tener más huevos que él, enfrentársele y amenazarlo. Entonces retrocederá poco a poco, hasta que consigamos que se meta de nuevo en su casa.
A veces voy tan abstraído que me olvido de él, y es cuando me asusta y acelero con la moto. Pero cuando me recupero vuelvo hacia donde está él y le recuerdo quién es el que manda. Algún día me darán una medalla, seguro.
Bien. Por hoy ya hay suficiente sobre el tema perros. El próximo día intentaré hablar de los que son coleguillas míos para que no os penséis que son todos unos hijos de perra.